Precariedad del sistema de pensiones en Latinoamérica obliga a trabajar más allá de los 65

En México, la mitad del trabajo es informal, en Brasil se duplicaron los pensionistas que trabajan y en Perú, Bolivia o Paraguay, la mayoría carece de sistema de jubilación

La precariedad del sistema de pensiones en los países de América Latina y el Caribe obliga a millones de sus trabajadores a buscar en el mundo laboral informal una vía para completar sus bajos ingresos, después de décadas de trabajo y de haber superado la edad de jubilación, informó la agencia EFE.

En un amplío reportaje expone que desde México hasta Paraguay, los sistemas de pensiones en la región están marcados por dificultades estructurales y sociales que impactan profundamente en la calidad de vida de los adultos mayores.

Por ejemplo, en México detalla que la situación de las pensiones refleja la complejidad de un país donde la informalidad laboral afecta a casi la mitad de la población activa.

Con una pensión mínima que apenas supera los $350 mensuales, muchos mexicanos se enfrentan a la difícil decisión de prolongar su vida laboral para asegurar un retiro medianamente estable, considerando que el salario mínimo es de unos $435.

Explica que el congreso mexicano evalúa ahora una serie de iniciativas que buscan otorgar una tasa de reemplazo del 100% para los trabajadores que comenzaron su vida laboral formal a partir de 1997, con un tope de unos $990 mensuales.

Mientras que en Argentina, en un escenario de severa crisis económica y con la tasa de inflación 287,9%, la más alta del mundo, el 65% de los jubilados cobra la jubilación mínima, que en este abril ha sido de unos $192.

A pesar de los intentos legislativos para garantizar un nivel mínimo de ingresos para los jubilados, la realidad es que muchos se ven obligados a seguir trabajando, incluso después de alcanzar la edad de retiro.

En tanto, en Brasil, con una pensión mínima que apenas supera el salario mínimo, y un aumento en la población de adultos mayores que aún están en la fuerza laboral, el desafío de garantizar una jubilación digna es evidente.

En Brasil el salario mínimo es de unos $274 mensuales, valor que marca la pensión mínima y que percibe un 64% de los pensionistas.

Aunque no hay estadísticas exactas del número de pensionistas que trabajan en Brasil, según datos oficiales, en 2023 había 7,4 millones de brasileños de 60 años o más que continuaban trabajando, lo que supone el doble que hace una década, y un incremento del 12% en un año.

En Chile, el sistema de pensiones, establecido durante el régimen de Augusto Pinochet entre 1973 y 1990, enfrenta críticas por no garantizar retiros dignos. Ese sistema se basa en la capitalización individual, en la que los trabajadores aportan mensualmente un 10% de su sueldo a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).

Sin embargo, las pensiones resultantes son insuficientes, con cifras que frecuentemente se sitúan por debajo del sueldo mínimo del país, que es de unos $531.

Este problema se agrava debido a las características del mercado laboral chileno, marcado por la inestabilidad y los bajos salarios.

En Perú, la situación no es menos preocupante. La pensión media en Perú es de $133. Con la mayoría de los adultos mayores sin acceso a un sistema de pensiones formal, y una gran proporción trabajando en la informalidad, la jubilación se convierte en un lujo para muchos.

Aunque se han implementado programas de asistencia social, como el programa estatal Pensión 65, la realidad es que los ingresos de los adultos mayores son insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.

 

 

 

Leer más @ensegundos