Situación de las personas adultas mayores en México

Por: Instituto Nacional de las Mujeres

El envejecimiento de la población puede considerarse un éxito de las políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico, pero también constituye un reto para la sociedad, que debe adaptarse a ello para mejorar al máximo la salud y la capacidad funcional de las personas mayores, así como su participación social y su seguridad (OMS, 2014).
Cuando nos referimos al envejecimiento, hablamos de un proceso natural, gradual, continuo e irreversible de cambios a través del tiempo. Estos cambios se dan en el nivel biológico, psicológico y social, y están determinados por la historia, la cultura y las condiciones socioeconómicas de los grupos y las personas. Por ello, la forma de envejecer de cada persona es diferente.
Entre los signos que determinan el envejecimiento de las personas se tienen:
• La edad física: cambios físicos y biológicos que se presentan a distintos ritmos, mismos
que dependen del sexo, lugar de residencia, economía, cultura, alimentación, tipo de
actividades desarrolladas y emociones.
• La edad psicológica: cambios en las emociones, sentimientos, pensamientos y el significado que para cada persona tiene la vejez. Adicionalmente se presentan cambios en
los procesos psicológicos, como la memoria o el aprendizaje.
• La edad social: relacionada con los significados de la vejez, diferentes para cada grupo
humano, según su historia, su cultura y su organización social.
En demografía se utiliza la edad cronológica para determinar a la población envejecida, que se ha llamado población adulta mayor; la Organización de las Naciones Unidas (ONU) establece la edad de 60 años para considerar que una persona es adulta mayor (Gobierno del Distrito Federal, 2014). Este criterio es utilizado por el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) y otras instancias como la Secretaría de Salud.1

 

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